sábado, 20 de octubre de 2012

Aquella tarde

Eran casi las cinco. 
La tarde era cálida. Cálida como la mayoría de las que da la primavera; regalando flecos de luminosidad tierna, sosegada y ligera a través del ventanal. Se agradecía la tibieza  de esas lineas de luz; daba la sensación de que la naturaleza quería templar el frío del adiós. 
Sentados junto al ventanal de la cafetería. Aprovechando los últimos minutos antes de la despedida. Recordando la noche pasada. La noche que los uniría como uña y carne. Como botón a ojal. Como pies a la tierra. Para siempre.
Ella se sonrojaba e intentaba disimular el recuerdo de la noche; aunque una difuminada sonrisa la delataba. Delataba su gracia de sentirse dichosa, afortunada 24 horas después. Al sentirse valiente alimentando su recuerdo con los besos de una noche de primavera. 
En ese momento, la luz meliflua quedó fija en los ojos del que partía. Dejando cristalino, pupila, iris y retina exhibir, sin pudor, la hermosura que poseían. Eran hermosos. Únicos. "Si el amor tiene nombre; esos ojos dan nombre al mío."
Momentos que quedan grabados en la memoria del corazón, para siempre. Aquella noche. Aquella estación. Aquellos ojos llenos de amor. Una noche inolvidable; de esas en las que no tienes que abrazar con preocupación sin dar tregua a las caricias con entusiasmo y exaltación. Donde los enamorados transidos de amor y procelosos por el tiempo abrazan la noche con el ansia del que no quiere que acabe uno de esos momentos irrepetibles, puros, propios, para siempre.
Aquella tarde de primavera conocieron la suerte. Estaba delante de ellos. PARA SIEMPRE.

4 comentarios:

  1. Me has puesto las emociones a flor de piel....

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  2. siempre las pones, Quedate con los momentos buenos y los resultados buenos.

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    Respuestas
    1. Estoy en ello. Lo voy a conseguir. LO VOY A CONSEGUIR. SI.

      BESOS

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