Lo previsible, me aburre. Y en el universo "embarazil" en vez de tratarte como eso, como una preñada, los que te rodean y el universo en general te trata, a veces, como una auténtica idiota. Por ejemplo, tener claras tus preferencias en cuanto al sexo del bebé. Responder a la "original" pregunta de... ¿qué te gustaría tener? con rotundidad, firmeza, sin titubeos, sin rodeos es cuanto menos raaaaro, extraño. Pero sin embargo, sin contestas igual que la mayoría; "Me da igual, que lo que venga, venga bien", te salvas de la quema. En mi caso, mi franqueza me llevó al "lado oscuro", rompí con la tradición. Estaba segura. No tenía dudas. Quería un niño.
Y, ¿por qué quería un niño?
1.
La naturaleza los ha hecho simples. Son lo más parecido a una planta.
La naturaleza los ha hecho simples. Son lo más parecido a una planta.
Nacen-crecen-se reproducen y...Kaput.
2.
Porque en mis 39 años de existencia en el globo terráqueo me he rodeado de más amigos que de amigas y eso, imagino que querrá decir algo.
Porque en mis 39 años de existencia en el globo terráqueo me he rodeado de más amigos que de amigas y eso, imagino que querrá decir algo.
Y tercero, tengo menos problema y menos gasto de ropa porque normalmente en las tiendas de cada 15 prendas de niñas, 5 son para niño.
Dicho y hecho. E voilá. Nueve meses y un niño. Y ahora, más convencida aún de ese deseo de ser madre de un varón, añadiré una razón más; porque mi canijo no mete lengua en paladar. Tiene una verborrea que ya quisiera para él Harpo Marx. Lo larga todo por esa boquita desde el fatídico día que comenzó a pegar la hebra.
Pues bien, gracias a su facilidad y manejo de la oratoria, al igual que un charlatán de feria, en algunas ocasiones preferirías esconderte como animal lucífugo creando un campo de fuerza para que cada palabra pronunciada rebotara y desapareciera en el espacio sideral sin consecuencia alguna o al menos, en la esfera de lo público. Pero sin embargo, en otras ocasiones, sin distinguir pública o privada, su labia de 34 meses es un auténtico espectáculo de me parto, me mondo y me exploto.
Os pongo en antecedentes. Alguna vez os he comentado lo mucho que le gusta a mi chiquilicuatro la música, ¿verdad? Pues ahora, lleva unos días,torturándonos, haciéndonos rerererere-escuchar un CD que utilizábamos, en sus baños de rorro, como metodología de relajación, ya sabéis eso de que la música amansa a la fieras, ¿no? Pues ayer en el coche, de regreso de la guardería, mi zascandil buhonero me pregunta:
-¿Mami? Esta canción me la cantabas tú cuando era un bebe, ¿a qué si?
-Si, cariño. Cuando Papá o yo te bañábamos. Y luego, cuando terminábamos y te poníamos el pijamita te daba teta y a dormir tooooooda la noche. -¡Mentira! Pero bueno, no quise ser aguafiestas y continué con la linea sentimentaloide super-ñoña.-
Mi criatura se queda callado, pensativo. Yo temblando, pues conozco esos silencios. Silencios que barruntan alguna animalada o barbaridad exagerada.
- ¿Maaaaamíiii? -UUUuuuufff! Qué cariñoso, pensé- Quieeerooo....¡TETA! -¡Ves! Ya me lo olía yo- ¡QUIERO TETA, MAMI!
-Canijo. La teta no funciona. -Pero él insiste.-
-Sí, Mami. Yo soy tu bebe -eso se llama chantaje emocional de los 34 meses- ¡QUIERO, TETA!
Se me ocurre tirar por la vía de la conciliación familiar, -Pues ahora, cuando lleguemos a casa le dices a Papá que te dé de su teta.
- Mami, la teta de Papá no FUNCIONA. Y la teta de Papá es....es...es...PEQUEÑA. Yo quiero tu TETA que es GRAAANDE.
Cuando dije que quería un niño... ignoré el COMPLEJO DE EDIPO.
Tierra, trágame.
Dicho y hecho. E voilá. Nueve meses y un niño. Y ahora, más convencida aún de ese deseo de ser madre de un varón, añadiré una razón más; porque mi canijo no mete lengua en paladar. Tiene una verborrea que ya quisiera para él Harpo Marx. Lo larga todo por esa boquita desde el fatídico día que comenzó a pegar la hebra.
Pues bien, gracias a su facilidad y manejo de la oratoria, al igual que un charlatán de feria, en algunas ocasiones preferirías esconderte como animal lucífugo creando un campo de fuerza para que cada palabra pronunciada rebotara y desapareciera en el espacio sideral sin consecuencia alguna o al menos, en la esfera de lo público. Pero sin embargo, en otras ocasiones, sin distinguir pública o privada, su labia de 34 meses es un auténtico espectáculo de me parto, me mondo y me exploto.
Os pongo en antecedentes. Alguna vez os he comentado lo mucho que le gusta a mi chiquilicuatro la música, ¿verdad? Pues ahora, lleva unos días,
-¿Mami? Esta canción me la cantabas tú cuando era un bebe, ¿a qué si?
-Si, cariño. Cuando Papá o yo te bañábamos. Y luego, cuando terminábamos y te poníamos el pijamita te daba teta y a dormir tooooooda la noche. -¡Mentira! Pero bueno, no quise ser aguafiestas y continué con la linea sentimentaloide super-ñoña.-
Mi criatura se queda callado, pensativo. Yo temblando, pues conozco esos silencios. Silencios que barruntan alguna animalada o barbaridad exagerada.
- ¿Maaaaamíiii? -UUUuuuufff! Qué cariñoso, pensé- Quieeerooo....¡TETA! -¡Ves! Ya me lo olía yo- ¡QUIERO TETA, MAMI!
-Canijo. La teta no funciona. -Pero él insiste.-
-Sí, Mami. Yo soy tu bebe -eso se llama chantaje emocional de los 34 meses- ¡QUIERO, TETA!
Se me ocurre tirar por la vía de la conciliación familiar, -Pues ahora, cuando lleguemos a casa le dices a Papá que te dé de su teta.
- Mami, la teta de Papá no FUNCIONA. Y la teta de Papá es....es...es...PEQUEÑA. Yo quiero tu TETA que es GRAAANDE.
Cuando dije que quería un niño... ignoré el COMPLEJO DE EDIPO.
Tierra, trágame.