domingo, 22 de abril de 2012

Una hora y media con Vetusta Morla

11.37 de la noche. Azota el viento en la trasera del auditorio. El escenario está iluminado con una extraña oscura claridad. La gran sorpresa iba hacer su aparición. Nerviosa. Excitada. Intrigada por lo que me voy a encontrar. De qué voy disfrutar
Comienza el espectáculo. En la oscuridad del escenario comienza a aparecer el sexteto. "Mi grupo." El que descubrí hace cuatro años: Vetusta Morla. Sí, estaban ahí. Delante de mí. Pucho, el cantante, David, el indio, Álvaro, Jorge, Guillermo y Juan Manuel.
Comienzan. No. No puede ser. Mi sueño se ha hecho realidad. Bueno, dos. Uno, el inicio del espectáculo tenía que estar a la altura. Fuera, como fuera. Un buen repertorio, el orden, el ritmo del concierto es fundamental para terminar rendido a los pies de tus ídolos musicales. De ello depende. El otro deseo, desconectar. Sentir la música. Para alcanzar ese deseo se tendría que dar la imagen de sentirme sola. Cerrar los ojos y sentir el poder de Vetusta: emocionar sin entristecer. Llenar tu cerebro de notas musicales: un Mi, un Fa, un Sol. Esperar que entre ellas estuviera mi canción, significaría mucho para mí: sería como una gran revolución hormonal. Así lo deseé; con fuerza, con vehemencia, con intensidad y energía...Y mis deseos se cumplieron de sobra.  
El poder de este copperfiliano grupo: contar historias con una armonía poética sin excesos. Sin angustias sentimentaloides. Como si de un cóctel de ginebra se tratara, amargo, seco pero con un regusto fresco y de aire distinguido que enmudece hasta el extremo. Eso es para mi la música. No se trata de sonidos empaquetados, como esos juguetes de bebés con pilas que dicen "pruébame" y aprietas y suenan, sin más. La música, la de verdad, no suena: te atraviesa el cuerpo de parte a parte. 
Haciendo honor a su nombre pueden presumir de ello, como Morla, una tortuga que optó por creerse lo justo para no convertirse en nada. Ellos estoy segura que lo único en lo que creen es en su música en ser auténticos, como ella. Sin creerse nada. Aunque bajo etiquetas, en el escenario te hacen olvidar lo que les encasilla. Sólo hacen música. Sólo hacen vibrar al público. Pucho. ¡Qué voz! Haces honor, también, a una de mis frases favoritas de una de tus canciones: tus movimientos son con los de "un lazo en un ventilador." Ligero. Etéreo. Sutil y enérgico.Transmites. Conectas.
Las canciones son el reflejo de nuestros sueños, Vetusta sabe mucho de eso. Lo expresa en sus letras, que hablan de resistir, en no dejarse hundir. En estar aquí , diciendo lo que nos pasa, diciéndolo con música para que sepan que sabemos, para que sepan que, como lo sabemos, como lo gritamos, como lo cantamos, y que también vamos a empezar a actuar.
Son las 1:15 de la madrugada. En esta hora y media con Vetusta he disfrutado de ser "Valiente", de creerme el "Rey Sol", de formar parte de "Los días raros", de entender "Lo que me hace grande"pisando  "Baldosas amarillas"  "A tientas" para con mi "Maldita dulzura" ser "Boca en tierra" y buscar sin miedo tu "Escudo Humano" llegando a "Copenhage" para finalizar con "La cuadratura del círculo..."
Vetusta Morla, descubrir tú música ha sido como encontrar una identidad, un código. Me ha bastado una  hora y treinta minutos para entender que parte de mi código está en tus letras y melodías de magnitud evocativa. Letras que suenan a himno para darte la oportunidad de pertenecer a algún lugar de los "Mapas." 

miércoles, 18 de abril de 2012

Meteorosensible.



Hoy recordé un día. Un día de verano de hace ocho años. El motivo, un desayuno lagunero en una cafetería muy especial y con mucho duende. Se trata de un lugar que nada más que por su nombre te pica la curiosidad olfatear que se cuece dentro: "La Pera Limonera". ¿No es encantadoramente sugerente? Cuando lo leí me imaginé una pera con un peineta y una falda de gitana hecha con la corteza de un limón. Me gusta mucho esta expresión. Creo que ha sido un acierto empresarial tomarla como slogan, aunque la imagen de reclamo no tenga nada que ver con lo que mi imaginación barruntó, pues es más simple y menos folclórica que mi propuesta. Sencillez. Un vinilo donde reza la expresión y el listado de los productos que ofertan. Nada de barroquismo publicitario. 
El cielo esta nublado. Hace frío. La mañana, definitivamente, corresponde más a la estación de otoño que a la primavera del mes de Abril. Quiero desayunar y me acuerdo de mi pequeño gran descubrimiento. Hoy iba a ser el día. El día que iba a tener la oportunidad de sentarme en este dulce, tranquilo y cálido espacio. Es un poco pequeño, casi como una salilla de espera aunque su angosto espacio da la impresión de ser un gran salón de recogimiento.
Me siento en una mesa situada justo al lado de un ventanal que da a la calle. El asiento perfecto para quedarte mirando en silencio a la gente que pasa o disfrutando de la quietud del momento. En ese momento, mis conexiones neuronales andaban fabricando felicidad en estado sólido, como hubiera dicho Salinger. El encanto de aquel despacho de café, amueblado con mesas recicladas, floreros de colores,  paredes de piedra pintadas con cal, ofreciendo una carta natural, sin conservantes ni colorantes, reunía todos los requisitos de esos rincones tranquilos para charlar mientras tomas un zumo de naranja y remolacha, como el que me tomé yo.
Para mí, hay una parte del estado de ánimo, que se puede interpretar como cursi, que cuando uno los vincula al recuerdo, sobre todo, con épocas de crecimiento o con momentos inmemorables, vistos con perspectiva, nos parecen pequeñas o grandes manifestaciones. Por ejemplo, en la música tu ánimo lo identificas, rápidamente, con una melodía que te hace recordar algo que te gusta o te entristece. Ese recuerdo ligado a un episodio concreto se queda grabado en tu memoria para ser capaz de reconstruirlo,-su olor, color, época, estación, temperatura, lugar-, con el paso de los años. A mí hoy me pasó. Volví a recordar unas vacaciones. Un lugar. Un tiempo. Un estado de ánimo. Un olor. Un color. El mar. La brisa. La paz. El silencio. El sol..., Un gran momento. ¿Quizás haya tenido que ver la luz y las condiciones meteorológicas de esta mañana lagunera? No lo sé. Dicen que la luz y las condiciones meteorológicas tiene una gran influencia sobre nuestro estado de ánimo, sobre nuestras sensaciones, en nuestros recuerdos. Meteorosensible, lo llaman. Lo sea, o no me gusta experimentar estas sensaciones, extrañas, agradables, reconfortantes, serenas e incluso flemáticas, a través de estos lugares que pueden resumir el ir y venir de los días, que albergan encuentros, detienen el tiempo y nos protegen de la vida a cielo abierto. Que incluso cuando te sientes sola y un poco perdida, puedes recurrir a ese terreno conocido, al lugar en el que te sientes abrigada en los momentos de desamparo.
Trato de concentrarme pero son muchas las ideas que se agitan en mi mente. Llueve. Mi mirada se queda clavada en el cristal. Acaricio una idea. ¿Defenderse es un buen síntoma? Si. Y un buen síntoma es algo a tener en cuanta en una cabeza como la mía plagada de contradicciones que amenazan mi irreductible optimismo. ¿Disfruto de la vida? Creo que si. A veces de cosas tan simples como este asueto matutino, anímico y lluvioso, en una cafetería, recordando aquel mar de emociones basadas en sensaciones y recuerdos...



jueves, 12 de abril de 2012

Como una leona de los documentales de la 2


Seguro que has escuchado alguna vez la frase: "las madres  defiende a sus hijos/as como una leona." Esta frase que nos describe como una fiera con un exagerado, e incluso, belicoso comportamiento protector,  ¿es cierta? Esta frase me ha sorprendido por lo que tiene de instintiva, de biológica y emocional pues al fin y al cabo qué somos: ¿animales que hemos tenido la suerte de evolucionar? Aunque por otra parte, "genio y figura hasta la sepultura." Así que, si esto es así, me pregunto ¿qué tengo de leona?

Por lo que he leido, las leonas son el símbolo de las diosas de Creta, Frigia, Siria, Micenas, Tracia, Licia y Esparta. En mi caso, yo soy la diosa de mi casa, o al menos para mi cachorro. Sobre todo cuando me abraza, y me dice: "Mami, te quiero. Tú eres Minnie y yo soy Mickey." Al final, la ley de Murhpy a hecho mella en mí. Si había bicho animado que odiara más en la tierra, Mickey Mouse, el señor me ha castigado con ser el favorito de mi ratón y además, ejerciendo de novia de... 

En  la India y en el Tiber, sin embargo,  son el símbolo de la tierra y la maternidad. Representan la fuerza, la vigilancia y el instinto protector. A mi, de fuerza, me queda poca a pesar de tener una genética de chicarrona del norte. Aquellos años en los que podía llegar a partir el  palo de una fregona cuando la retorcía en el cubo, pasaron a mejor vida. Si. No es exageración. Era una de mis habilidades, partir palos de fregona. A mi queridísimo lo llegué a sorprender con esta "habilidad innata"más propia de personaje de circo, por lo que tiene de espectáculo,  que de mujer frágil, quebradiza y delicada. ¿Vigilante? Si. Mucho. Continuamente estoy alerta con mi Romeo. En el momento que lo veo en peligro, ¡zas! Ahí está mamá pig, (así me llama últimamente), metiendo un rugido a cualquiera que ose avasallar al canijo. En cuanto al instinto, lo calificaría de...BÁSICO. (Pero lo de la abertura con cruce de piernas se lo dejo a Sharon Stone.) Mucho instinto. Hay que tener muy buen olfato y las madres lo desarrollamos en cuanto tenemos a nuestro retoño entre nuestros brazos.

En cuanto a las características físicas pueden existir coincidencias. No por lo esbelto y fibroso de mi cuerpo, que ya quisiera yo, pero sí, en que no tengo melena. ¡Viva el pelo corto! Desde que tuve a Simba decidí que no iba a perder mi tiempo en cuidados capilares: antes libre que esclava del secador. Sin embargo, aunque coincido en lo rasurado de mi cabeza, este rasgo para diferenciar hembras de machos, he de confesar que en casa también existen otro tipo de melenas que nos ayuda a diferenciarnos, a veces, no siempre. Y, ¿quien las lleva?.. Yo. ¿Cómo? Cuando la depilación brilla por su ausencia. ¿Cuándo suelo darme cuenta de que en mi manada el león soy yo? El típico día en el que hace un sol maravilloso, ni chispa de viento, el mar está en calma y se decide ir.... ¡A LA PLAYA!. Y miro horrorizada mis piernas para darme cuenta que son más parecidas a las patas de un perro de agua que al muslo de una nervuda, depilada y fornida culturista.  

En lo que no tengo, nada, nada que ver , LO JURO!!!! Es en tener crías dos veces al año. ¡Dios me libre! ¡Ni en sueños! En mi conciencia no cabe ser responsable de la superpoblación mundial y las consecuencias que acarrea. Eso se lo dejo a aquellos/as que lo creen como un mandato divino : "Creced y multiplicaos, y llenad la tierra." Como iba diciendo, las camadas de las leonas, suelen tener un promedio de entre dos y cuatro cachorros y la gestación, dura alrededor de 100 días. Multiplicad. Esto es como el milagro de los panes y los peces... A mi, sinceramente, no me daría tiempo. Y además, me daría mucha pereza. Y con lo que me está costando volver a ser la Diosa que fui... No. no. 

Otra de las curiosidades de estos animales es que las leonas dejan que los cachorros de otras se alimenten de ellas hasta los tres meses que empiezan a comer carne. Esto se llama, ¿altruismo? No. Yo no podría, ni por asomo. Me costó darle teta a uno, imagínate a cuatro o cinco. ¡Qué va! Directamente me echarían de la manada: desterrada por adelantar la ingesta de carne. 

Las leonas son las encargadas de traer el alimento a la manada y por tanto de cazar. A ver. Lo de traer el alimento. ¡Hombre! Pues no es que me plante en el Mercadona, vestida de homo-sapiens, vociferando ¡HAKUNA-MATATA! ¡HAKUNA-MATATA!, con un hueso en la cabeza y con una jabalina de caza mayor con el propósito de capturar un Abadejo, en la pescadería o un cuarto de jamón serrano, en los embutidos: algo de sofisticación me queda...iría sin hueso en la cabeza. ¡Lo que me faltaba, ya! Con esa pinta y con el tono de móvil: "aaaaaah, aaaah, ¡Angaua Chita! ¡Angaua Chita! 

 George de la Jungla

Desmontada, o no la frase. Creo que de leona tengo poco: eso de vivir en la sabana, en herbazales no va conmigo, aunque lo de salir en los documentales, de la 2, de National Geographic no estaría nada mal: seguro que sería la leona más famosa de la sabana africana: La leona Lomana; pija y con glamour.

miércoles, 11 de abril de 2012

RE-CONECTAR 2.0


He estado desconectada, off, out, y sobre todo del blog, unos cuantos días. Seguro que ni tan siquiera os habéis dado cuenta. E incluso decís para vuestro adentros: "mira la egocéntrica ésta, que se cree que la echamos de menos. Si ni me había percatado de que no estaba..."
¡Qué arrogancia la mía! Aunque tampoco hace falta hundirme en la miseria.

Decía que aunque no os hayáis inmutado, ni dado cuenta de mi ausencia he estado desconectada porque básicamente no he tenido nada que escribir. Creo que he dejado de ser alumna de musas. Me he puesto todo tipo de música y he hecho todo tipo de cosas para ver si de alguna manera conseguía que volvieran a mi vera las deidades del Parnaso. Pero de nada me ha servido. Mis musas, definitivamente se han escapado de la mano del dios Apolo. Pensé: ¿quizás el descanso y el cambio de aires me dan la inspiración? Fracaso. Mientras, el tiempo pasa. Gastando oxígeno y energía. Pensando y pensando que escribir, que aventura contar. Resulta frustrante cuando la idea no llega y te acostumbras a que sea todo lo contrario. 

Pero justo cuando ya pensaba en el epitafio para mi inspiración; en el R.I.P a mis musas. Justo. Aparece la idea; la historia; el relato. Mi musa, esta vez, haciendo uso de los recuerdos y de las herramientas cibernéticas, me daba la oportunidad de narrar un Re-conexión a través de la red con alguien de mi infancia después de más de 20 años sin vernos. Narrar la experiencia de Un Reencuentro. 

Fue instantáneo. ¡Click! Aquí lo tengo. Es maravilloso Re-conectar con tú pasado. Y más si es un pasado con alguien con la que has compartido momentos extraordinariamente adorables en la niñez, (cumpleaños, colegio, amig@s, juegos,...), y extraordinariamente fascinantes, inexpertos, pudorosos e incluso crueles por el brutal cambio físico del paso a la pubertad.

Hasta que llega el día en que la vida exige sacrificios ajenos y cuando se es una mozuela, en pleno proceso de desarrollo físico y maduración mental, intentar encontrar explicación a ellos,  al por qué se tenía que marchar una pieza clave en el puzzle de mi vida, era poco menos que insensible e inhumano. Cuando llega ese temido día en que nos alejamos de los amigos con los que has compartido tantos años y experiencias, jurando que nunca nos separaríamos lo único que te queda es recurrir a las cartas. Al teléfono no, porque era un dispositivo de telecomunicación, por aquel entonces,  propiedad exclusiva de los padres y vetado a los hij@s por el riesgo de pagar una factura desproporcionada si nos daban permiso para llamar a nuestra añorada amiga para contarle vida y milagros sobre mis andanzas en el pueblo. La otra opción era la de viajar hasta la localidad de residencia de tú querida y añorada colega. Pero esto, ni soñarlo: no había pasta para tanto. Así que lo único que quedaba era el papel y el bolígrafo. Pero claro, la emoción te podía durar un par de meses escribiendo a destajo una carta diaria con un ímpetu poderoso iba decreciendo conforme avanzaba el tiempo de ausencia. ¿Cómo? Cumpliendo años hasta que desaparece la edad del pavo. Es decir, la desaparición de tu amiga del alma, que era igual que si te hubieran amputado un miembro, con el paso del tiempo y la llegada de una nueva vida que te convierte: en madre, tía, cuñada, trabajadora...,  te hacen olvidar los RECUERDOS. 

Hasta que llega ese momento. Ese día. El día que aparece una herramienta. O mejor: LA HERRAMIENTA para encontrar a todo aquel que perdiste en el camino. Vamos, como el programa de Lobatón, "Quién sabe dónde", pero versión 2.0. (Todos sabéis a que me refiero, así que no diré su nombre.) De repente te acuerdas de esa amiga y de lo maravilloso que sería volver a saber de ella. Escribes su nombre en búsqueda. Y...e voilá!!! Aquí está!!! Envías un mensaje privado explicándole de tú curiosidad por encontrarla y  de la alegría del reencuentro. Pidiéndole, de forma muy educada, sin ánimo de molestar, que sigamos en contacto. Pasan los días esperando respuesta. Miras cien mil veces el correo, y nada. Hasta que por fin ves en el icono de mensajes el chivato rojo indicando que alguien te ha escrito. Nerviosa y llena de curiosidad pinchas : "Yoliiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, pero qué niño más guapo, me alegro un montón. Veo que te va muy bien, esto del .... es la pera, quién me iba a decir a mí que volvería a saber de tí. Un besazo, ya te escribiré, chao..."


A través de la red hay millones de formas de hacer amigos, y reencontrar aquellos que un día fueron importantes en mi vida. O yo en la de ellos. Me refiero a ex-compañeros de escuela, de trabajo,... a tantos ex que se van acumulando a lo largo de los años y de los que te gustaría saber, qué es de ellos. Si, ya sé. Como todo, Internet tiene su lado bueno y su lado malo. Puede ser una herramienta útil o un arma de doble filo. Puede ser un instrumento social o una invasión a la privacidad. Aún así, a mi me ha ayudado a Re-conectar con una compañera de escuela de la que no sabía desde hace dos décadas. Y he tenido noticias de ella, cosa que creo que no hubiera sucedido de otra forma. Compartimos gustos, risas, consejos, ideas, hobbies, sueños, agobios, tristeza, recuerdos, deseos... Y como sabemos, recordar es revivir. Hoy he revivido y removido muchos de esos recuerdos dormidos de hace décadas. Y ha sido emotivo y emocionante.


Sólo me queda decir que hacer un nuevo amigo es una maravilla. Pero recuperar a una vieja amiga es maravilloso: RE-CONECTAR 2.0. Va por ti AMIGA.









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