jueves, 9 de mayo de 2013

Superpoderes

Lo que puede dar de sí un bitter kas. Este fue el brebaje, el elixir, la poción mágica que desencadenó la hilarante imaginación del canijo  neófito  artrópodo.

La curiosidad del canijo por el color de la bebida le hizo despertar una imaginación a borbotones. Primero la calificó de "sangre de dragón"; luego de "sangre de cocodrilo"; y por último, la iluminación llegó a él y a su súper estelar cabeza. "No. No. Es sangre de superhéroe. Y si me la tomo, me convertiré en Spiderman."

Dicho y hecho. El advertido padre, que cuando quiere, también tiene una imaginación que no puede con ella (nótese la ironía), tiró del hilo y se montó una historia con el líquido encarnado que ya quisieran para ellos  Faemino y Cansado. Los ojos del canijo de las foles quedaron fijos y pendientes de la fábula que su bolero padre le estaba metiendo por toda la escuadra. Desmontándole, así, por arte de birlibirloque, la idea de que no fue la picadura de una araña lo que convirtió a Peter Benjamin Parker en Spiderman, no. Lo que realmente sucedió es que éste, como cualquier humano de a pié, se tomó un bitter kas y de repente comenzó a notar como le sobresalían unos "tubitos", en los brazos, de los cuales salían unas interminables y pegajosas telarañas.

Mientras, en el otro extremo de la mesa, el canijo no perdía detalle de la "trola" que su padre contaba con el arte ladino de un liante. El canijo, estaba convencido de que aquello era verdad. Que el líquido que estaba tomando su padre le darían los superpoderes que el tanto deseaba tener.

"¡Papi, ¡te vas a convertir en Spiderman!"

El canijo, con gesto de indecisión y cautela, no sabía si pedir a su padre que le diera a probar dicha ambrosía, quizás quería comprobar primero si realmente era, o no, efectivo dicho brebaje en su osado y atrevido padre, y librarse, así, de la picadura de una araña. Así que esperó, a que el conejillo de indias hiciera ingesta del mágico caldo. Pero el padre, que es muy listo, aquí no hay ironía que valga, raudo, lo convidó a probar suerte.

"¿Quieres probar? ¿Mira? ¿Mira los tubitos, bruno?"

De repente, el canijo, con firmeza y sin atisbo de miedo o inquietud, "zasca", le pegó un trago e ipso facto comenzó a percibir, no, que se convirtiera en la "cría" de araña con leggins apretaos hasta la extenuación y capucha, estilo david delfín, no; estaba sintiendo, en sus carnes,  los superpoderes sobrenaturales, sobrehumanos:

"¡Papi! ¡Mira qué fuerza! Voy a trepar por las paredes y a saltar muy, muy alto. ¡Papi! Tengo el "sentido arácnido" para atrapar a los malos. Y, ¿mira? ¿Mira los tubitos? En nada, soy Spiderman..."

El otro día, íbamos camino del colegio, el canijo me advierte que le queda poquito para ser Spiderman. Qué quizás, cuando vaya a recogerlo, en vez de encontrarlo a él, encuentre a Spiderman. A lo que le contesto: 

"Canijo, ¿y qué hago si te encuentro cómo superhéroe?"

 "Mami, no. Yo siempre seré tú hijo. No te asustes."

LA FICCIÓN, NUNCA SUPERA A LA REALIDAD!






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