A vueltas con la felicidad

Hay muchas cosas buenas y que además, salen gratis. 

Dejarte despertar por un beso. Dejarte despertar con una dulce y susurrante voz. Dejarte acariciar por el sacado de tu costilla, por la carne de tu carne, sirviéndote de Pranayama; sanando tu cuerpo y equilibrando tu mente. 

Caminar de madrugada por las calles mojadas sin la resaca del ruido de motores y claxons. Sin prisas. Respirando. Profundo y pausado. Respirando. Hondo. Insondable.

Buscar retiro y brújula en el mar cuando el sol está tierno, rozagante, vistoso y ufano.

Una buena botella de vino para beberla con calma, despacio, en buena compañía. Dando paso a la alevosía y a la nocturnidad. 

Un buen libro que proporcione emoción y curiosidad sin dejar que desaparezca en la mesita de noche olvidado, desterrado. 

Enamorarse. Querer. Amar.  Algo que parece ser un lujo hoy. Un lujo arrinconado en la memoria. Un artículo exclusivo que no se puede comprar ni fabricar. Especie en extinción. Hoy resulta ser un pequeño gran MILAGRO tenerlo, mantenerlo, sentirlo, abrigarlo, cuidarlo, albergarlo, atesorarlo.

A vueltas con la felicidad. Con el tiempo, con momentos, recuerdos y silencios. Con emoción y lágrimas para descender a espacios más terrenales. Desnuda, indolente, fría, enfurecida, sin fuerzas. Obligándome a guardar silencio. A sostener el poco aliento que me queda. 

A vueltas con la felicidad. Dejando de lado la energía del verano. Dando paso al Otoño. A la luz meliflua, suave y dulce. 

Cierro los ojos. Paseo entre el centeno. Mis manos lo tocan. Siento su calidez. Siento paz. Siento calma. 

Y sigo, A VUELTAS CON LA FELICIDAD.