He estado desconectada, off, out, y sobre todo del blog, unos cuantos días. Seguro que ni tan siquiera os habéis dado cuenta. E incluso decís para vuestro adentros: "mira la egocéntrica ésta, que se cree que la echamos de menos. Si ni me había percatado de que no estaba..."
¡Qué arrogancia la mía! Aunque tampoco hace falta hundirme en la miseria.
Decía que aunque no os hayáis inmutado, ni dado cuenta de mi ausencia he estado desconectada porque básicamente no he tenido nada que escribir. Creo que he dejado de ser alumna de musas. Me he puesto todo tipo de música y he hecho todo tipo de cosas para ver si de alguna manera conseguía que volvieran a mi vera las deidades del Parnaso. Pero de nada me ha servido. Mis musas, definitivamente se han escapado de la mano del dios Apolo. Pensé: ¿quizás el descanso y el cambio de aires me dan la inspiración? Fracaso. Mientras, el tiempo pasa. Gastando oxígeno y energía. Pensando y pensando que escribir, que aventura contar. Resulta frustrante cuando la idea no llega y te acostumbras a que sea todo lo contrario.
Pero justo cuando ya pensaba en el epitafio para mi inspiración; en el R.I.P a mis musas. Justo. Aparece la idea; la historia; el relato. Mi musa, esta vez, haciendo uso de los recuerdos y de las herramientas cibernéticas, me daba la oportunidad de narrar un Re-conexión a través de la red con alguien de mi infancia después de más de 20 años sin vernos. Narrar la experiencia de Un Reencuentro.
Fue instantáneo. ¡Click! Aquí lo tengo. Es maravilloso Re-conectar con tú pasado. Y más si es un pasado con alguien con la que has compartido momentos extraordinariamente adorables en la niñez, (cumpleaños, colegio, amig@s, juegos,...), y extraordinariamente fascinantes, inexpertos, pudorosos e incluso crueles por el brutal cambio físico del paso a la pubertad.
Hasta que llega el día en que la vida exige sacrificios ajenos y cuando se es una mozuela, en pleno proceso de desarrollo físico y maduración mental, intentar encontrar explicación a ellos, al por qué se tenía que marchar una pieza clave en el puzzle de mi vida, era poco menos que insensible e inhumano. Cuando llega ese temido día en que nos alejamos de los amigos con los que has compartido tantos años y experiencias, jurando que nunca nos separaríamos lo único que te queda es recurrir a las cartas. Al teléfono no, porque era un dispositivo de telecomunicación, por aquel entonces, propiedad exclusiva de los padres y vetado a los hij@s por el riesgo de pagar una factura desproporcionada si nos daban permiso para llamar a nuestra añorada amiga para contarle vida y milagros sobre mis andanzas en el pueblo. La otra opción era la de viajar hasta la localidad de residencia de tú querida y añorada colega. Pero esto, ni soñarlo: no había pasta para tanto. Así que lo único que quedaba era el papel y el bolígrafo. Pero claro, la emoción te podía durar un par de meses escribiendo a destajo una carta diaria con un ímpetu poderoso iba decreciendo conforme avanzaba el tiempo de ausencia. ¿Cómo? Cumpliendo años hasta que desaparece la edad del pavo. Es decir, la desaparición de tu amiga del alma, que era igual que si te hubieran amputado un miembro, con el paso del tiempo y la llegada de una nueva vida que te convierte: en madre, tía, cuñada, trabajadora..., te hacen olvidar los RECUERDOS.
Hasta que llega el día en que la vida exige sacrificios ajenos y cuando se es una mozuela, en pleno proceso de desarrollo físico y maduración mental, intentar encontrar explicación a ellos, al por qué se tenía que marchar una pieza clave en el puzzle de mi vida, era poco menos que insensible e inhumano. Cuando llega ese temido día en que nos alejamos de los amigos con los que has compartido tantos años y experiencias, jurando que nunca nos separaríamos lo único que te queda es recurrir a las cartas. Al teléfono no, porque era un dispositivo de telecomunicación, por aquel entonces, propiedad exclusiva de los padres y vetado a los hij@s por el riesgo de pagar una factura desproporcionada si nos daban permiso para llamar a nuestra añorada amiga para contarle vida y milagros sobre mis andanzas en el pueblo. La otra opción era la de viajar hasta la localidad de residencia de tú querida y añorada colega. Pero esto, ni soñarlo: no había pasta para tanto. Así que lo único que quedaba era el papel y el bolígrafo. Pero claro, la emoción te podía durar un par de meses escribiendo a destajo una carta diaria con un ímpetu poderoso iba decreciendo conforme avanzaba el tiempo de ausencia. ¿Cómo? Cumpliendo años hasta que desaparece la edad del pavo. Es decir, la desaparición de tu amiga del alma, que era igual que si te hubieran amputado un miembro, con el paso del tiempo y la llegada de una nueva vida que te convierte: en madre, tía, cuñada, trabajadora..., te hacen olvidar los RECUERDOS.
Hasta que llega ese momento. Ese día. El día que aparece una herramienta. O mejor: LA HERRAMIENTA para encontrar a todo aquel que perdiste en el camino. Vamos, como el programa de Lobatón, "Quién sabe dónde", pero versión 2.0. (Todos sabéis a que me refiero, así que no diré su nombre.) De repente te acuerdas de esa amiga y de lo maravilloso que sería volver a saber de ella. Escribes su nombre en búsqueda. Y...e voilá!!! Aquí está!!! Envías un mensaje privado explicándole de tú curiosidad por encontrarla y de la alegría del reencuentro. Pidiéndole, de forma muy educada, sin ánimo de molestar, que sigamos en contacto. Pasan los días esperando respuesta. Miras cien mil veces el correo, y nada. Hasta que por fin ves en el icono de mensajes el chivato rojo indicando que alguien te ha escrito. Nerviosa y llena de curiosidad pinchas : "Yoliiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, pero qué niño más guapo, me alegro un montón. Veo que te va muy bien, esto del .... es la pera, quién me iba a decir a mí que volvería a saber de tí. Un besazo, ya te escribiré, chao..."
A través de la red hay millones de formas de hacer amigos, y reencontrar aquellos que un día fueron importantes en mi vida. O yo en la de ellos. Me refiero a ex-compañeros de escuela, de trabajo,... a tantos ex que se van acumulando a lo largo de los años y de los que te gustaría saber, qué es de ellos. Si, ya sé. Como todo, Internet tiene su lado bueno y su lado malo. Puede ser una herramienta útil o un arma de doble filo. Puede ser un instrumento social o una invasión a la privacidad. Aún así, a mi me ha ayudado a Re-conectar con una compañera de escuela de la que no sabía desde hace dos décadas. Y he tenido noticias de ella, cosa que creo que no hubiera sucedido de otra forma. Compartimos gustos, risas, consejos, ideas, hobbies, sueños, agobios, tristeza, recuerdos, deseos... Y como sabemos, recordar es revivir. Hoy he revivido y removido muchos de esos recuerdos dormidos de hace décadas. Y ha sido emotivo y emocionante.
A través de la red hay millones de formas de hacer amigos, y reencontrar aquellos que un día fueron importantes en mi vida. O yo en la de ellos. Me refiero a ex-compañeros de escuela, de trabajo,... a tantos ex que se van acumulando a lo largo de los años y de los que te gustaría saber, qué es de ellos. Si, ya sé. Como todo, Internet tiene su lado bueno y su lado malo. Puede ser una herramienta útil o un arma de doble filo. Puede ser un instrumento social o una invasión a la privacidad. Aún así, a mi me ha ayudado a Re-conectar con una compañera de escuela de la que no sabía desde hace dos décadas. Y he tenido noticias de ella, cosa que creo que no hubiera sucedido de otra forma. Compartimos gustos, risas, consejos, ideas, hobbies, sueños, agobios, tristeza, recuerdos, deseos... Y como sabemos, recordar es revivir. Hoy he revivido y removido muchos de esos recuerdos dormidos de hace décadas. Y ha sido emotivo y emocionante.
Sólo me queda decir que hacer un nuevo amigo es una maravilla. Pero recuperar a una vieja amiga es maravilloso: RE-CONECTAR 2.0. Va por ti AMIGA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario