...algo tan propio de los niños como el deseo de QUERER que te toque la primitiva.
Yo quiero. Tú quieres. Él quiere. Primera, segunda y tercera persona del presente indicativo del verbo querer. Y las tres formas personales las utilizo (yo), utilizas (tú) y utiliza (él). ¿Cómo? ¿Cuándo? Ultimamente, a todas horas. Constantemente estoy (yo), estás (tú), está (él), machacándola. Pero resulta que, y esta es una condición de ser mortal, la mayoría de las veces, lo que (yo) quiero no es lo que (tú) quieres. Y lo que (tú) quieres, a veces, no es lo que (él) quiere. Coincidencia. Casualidad. Excepción. Regla. Trabalenguas. Delirio. No. Realidad. Agotadora realidad.
Los deseos del canijo se topan con la cruda realidad. (Él) quiere su realidad. (Yo) quiero la mía. Roces. Contradicciones maternales. ¿Quién actúa? ¿El instinto? ¿La duda?
La maquinaria de apego maternal se paraliza en esos momentos de posesión absoluta del QUERER (él) con el no QUERER (yo). Relinchas como caballo salvaje. Resoplas como humano. Híbrido de sentimientos.
(Tú) quieres autonomía. (Él) quiere estar contingo. (Yo) quiero estar con él; pero también (yo) quiero un minuto. Medio. Dos segundos...¡Ilusa! Cero. No hay tiempo. El tiempo de soledad dejó de existir.
(Él) quiere ser el actor principal. (Él) quiere ser el caballero sin espada. Y tú, ¿qué haces? ¿Te rindes? ¿Permisiva voluntad? No, (yo) no quiero.
¿Cómo responder?
No lo sé. Lo que sé es que (YO) LO QUIERO. Y LO QUIERO, ¡YA!
Hija mia!parece que cuentas mi pan de cada dia!!jajaja
ResponderEliminarYa te digo!! Pues desde hace un mes, es el mío.
EliminarOfú!!
Beso y gracias por comentar