viernes, 13 de diciembre de 2013

Rebota, rebota y en tú culo explota


"Quizás", y digo quizás, por aquello de no pillarme los dedos que luego ya se sabe que todo queda grabado en memoria, "quizás" subestimo al canijo. Me explico. Reconozco que tengo un "pequeño", entrecomillado, "defecto", reserva aún de mi anterior vida de mujer impulsiva que no reconocía la vergüenza en apostar por las claras, es decir, lo blanco es blanco y lo negro es negro; lo que a veces lleva aparejado complicaciones, o no pues a mi me resultaba, en determinados contextos, y por eso lo practicaba. Digo, "lo practicaba" porque ahora no es tan habitual: la prudencia y la moderación del verbo, desde que soy madre, se ha incorporado como un nuevo elemento discreto a veces, y otras tantas no, para qué engañarnos. Es decir, soy dura, exijo y exijo que las cosas se hagan con sentido común, primero, con autonomía, segundo, con firmeza, tercero y con agallas en último lugar. Pero esto de exigir tiene un precio. Y olvido lo más importante, que ahora tengo, a mi lado, a una persona de cuatro años que tiene, literalmente, día y noche, los cinco sentidos puestos en mi. Con lo cual, la auto-censura la llevo, en ocasiones, mal aunque sea, quitándole hierro, generalmente por despiste e inconsciencia. 

Llevo un tiempo queriendo hacerle entender al canijo, cosa difícil, que debe aprender a defenderse, a ser auto-suficiente en situaciones no de riesgo, pero sí de aquellas que pueden herir su delicada sensibilidad llámese burla, mofa e inclusive en aquellos leves encontronazos o agarradas infantiles de patio.

-"¡Canijo! Has de aprender a defenderte. Debes tener picardía y no ponerte a hacer pucheros en cuanto te dicen o hacen algo que a ti no te gusta.

Con los brazos cruzados, cabizbajo y cara de enfurruñado se queda mascullando la reprobación maternal, a lo que contesta.

- "¡Ya Mami! Pero es que G. y A. me dicen que no recojo bien. Y eso no me gusta.

Lo de las críticas, el Canijo, no las lleva muy bien, lo sé.  Y es cuando intento echar el freno y no ponerme en el papel de madre bestia sobrenatural que salvará a mi hijo de cualquier encontronazo de patio o parque. Sino de buscar, en todo momento, la conciliación y la mejor solución para salvar las distancias con resoluciones más drásticas y belicosas. Es decir, liarme a dar mamporros como panes. NO. Esa no es la solución. Así que respiro,  y fríamente pienso, (qué importante es la respiración en la toma de decisiones maternales. ¡Cuántas impulsivas y malas sensaciones evitamos! Ya saben aquello de: ¡Soy una mala madre!) tengo dos opciones: primero, utilizo pedagogía casera y empática, lo que viene siendo intuición maternal, básicamente, intentando tirar de memoria retrospectiva recordando qué hacía yo cuando era canija,-no. Eso mejor qué no-, o segundo, así como última opción, y de perdidos al río, tiro del pasa-palabra y lanzo el conflicto a las fronteras paternales. Maldad?? No. Riesgo? ¡Quizás! Llamémoslo, recuerdan aquello de: "en caso de despresurización de la cabina, tiren de la anilla"...Pues esta vez, yo tiré de la anilla; con la arriesgada apuesta de ver por donde salía el tiro... 

Entro a saco. 

- "¡Canijo! Cuéntale a papá lo que te ha pasado.

Se planta de cara al padre y muy, muy enfadado dice:

-"¡¡¡¡Pues que G. y A me dicen que no recojo bien. Y, me enfado!!!!"

Entonces, el papá sin pensarlo, sin ni tan siquiera rumiar lo que iba a decir, suelta:

- "Pues si te lo vuelven a decir les dices que les vas a tirar de la orejas."

El Canijo, se queda por unos segundos pensativo analizando, o eso creí, lo que su padre le acaba de decir. Mientras que yo presentía que el consejo, nada conciliador y pedagógico, iba a traer cola.

- ¡Ah! ¡Vale! ¡Cómo tú me haces a mi cuando me porto mal! ¡No, papá!!??

El padre, sigue sin pensar, -evito, mientras me muerdo el labio, sin hacerme mala sangre, no decirle: "Me temo que tus palabras te van a reventar en tus narices"-, y dice:

- ¡Eso! ¡Igual!

Un jueves de una semana de diciembre, Papá va a recoger al Canijo al colegio. Llegan a casa. Se abre la puerta y lo primero que escucho.

-¡Mamá! ¿Has visto lo que nos han puesto en la libreta de contactos del colegio?

Pienso, "uuufff, cuando se dirige a mí con "Mamá" intuyo que tiene que ver con alguna fechoría del Canijo. Damos paso a la operación: "Tengamos una charla"

- ¿¿¡¡No!!?? No he visto nada.

Mientras el Canijo se hace el distraído, el ciego, el sordo y el mudo, el papá me alarga la libreta: 

- Pues , ¡mira!  

Comienzo a leer: "Queridos padres. Desde hace una semana Bruno viene AMENAZANDO a sus compañeros que "SU PADRE VA A VENIR A TIRAR DE LAS OREJAS A TODO AQUEL QUE LE DIGA QUE NO RECOGE BIEN!!!!..... lo que ha provocado que algunos de ellos se pongan a llorar.  


"Rebota, rebota y en tú culo explota"...si ya lo decía yo!
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2 comentarios:

  1. Jajaja, Es que una no sabe cómo actuar en estos casos. El otro día una niña de su edad le pegó un manotazo delante de mi, yo no dije nada para no darle importancia y de repente le veo venir con un pucheraco...pobre mio!!! Cuando llegamo s a casa dice su padre, otro día le pegas tú!! (el es muy pequeño y no entiende) y le regañé por decirle esto. Luego se lo cuento a la abuela y debe ser de la misma escuela que tu marido, porque le dijo "voy a ir yo y le voy a morder las orejas"...Yo me enfado con ellos porque le dicen esto pero es que a mi no me faltan ganas de decir, tirate a la yugular, hijo espavilaaaaaaaaa, que te las van a dar todas!!!

    Ay que dificil.

    Besos

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    Respuestas
    1. jajajja...al final en esto de la crianza hasta las tradiciones se heredan. ¿Será la genética?..
      Muchas gracias por comentar y por pasarte por aquí.

      Besillos

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